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Baile

08-10-2o09
Cómo pasarla bien en la milonga (parte I)

Más allá de la intuición, hay datos que conviene tener en cuenta al ir a bailar tango. Actitud, calzado, dónde ubicarse, cómo sacar, qué política seguir una vez abrazado. Estrategias que nos pueden conducir a la felicidad (o algo así).
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1) ¿Cómo conviene prepararse mentalmente?
Lo ideal es salir con una actitud mental de "hoy puede ser una gran noche", sin expectativas desmedidas pero con expectativas y, sobre todo, con ganas de provocar situaciones placenteras. Esto es: estar predispuesto a hablar con desconocidos. No sólo por un hipotético levante, sino por el placer de conocer a los demás, con sus historias (ficticias o reales), sus obsesiones, sus diferentes sentidos del humor y sus visiones del mundo. Establecer vínculos en la milonga no sólo puede ser fructífero para nuestro corazón sino también para nuestra vida diaria y hasta para nuestro laburo.

2) ¿Qué calzado usar?
El que resulte más conveniente al piso de la milonga. Si es un piso abrasivo (trabado), por ejemplo de madera estriada, conviene que el calzado sea más bien deslizante (zapato clásico, de suela de cuero). Si, por el contrario, el piso es deslizante, conviene un calzado que contrarreste con agarre (por ejemplo, una zapatilla o un zapato con suela de goma). ¡Pero acabemos con el mito del zapato! El zapato puede o no ser útil según el caso pero no es la única opción. Lo mismo pasa con los sobrevalorados tacos para las mujeres; ¡no son indispensables ni para pivotear ni para verse bien! Es verdad que estilizan el pie femenino pero no justifican el precio que significa el bienestar o la salud de la dama. También es verdad que empareja las alturas del hombre y la mujer pero eso tampoco los hace indispensables. Hoy hay zapatillas de baile, "chatitas" y zapatos de suela de cromo, entre muchas variantes entre el zapato tradicional y la zapatilla clásica.

3) ¿Conviene tomar la clase previa que suele haber justo antes de cada milonga?
Sí. Además de la obvia posibilidad de aprender puede servir para entrar en calor y para establecer vínculos con compañeros/as de clase que muy probablemente estén después en el baile. Una vez iniciada la milonga, uno ya no será para los demás un desconocido. Y uno sabrá, aunque sea groseramente, cómo abraza el otro, cuánto sabe, cuánta paciencia tiene con los que recién empiezan y demás.

4) ¿Dónde conviene sentarse?
Convienen las mesas cercanas a la pista y, mejor todavía, si están cerca de un ángulo de la pista. Además de poder apreciar bien el desarrollo del baile, uno tiene un campo lo más amplio posible para cruzar miradas con futuros compañeros/as de baile y no es tapado a la hora de los shows. Pero hay que tener en cuenta que muchas mesas ya están reservadas, así que conviene respetar los cartelitos en tal sentido y preguntar al mozo si la mesa deseada está disponible. La barra es siempre una buena alternativa para quienes van solos por la posibilidad de charlar con desconocidos.

5) ¿Cómo sacar a bailar?
Es un tema en general delicado. A los varones más tímidos les cuesta tomar la iniciativa para sacar a bailar y a las mujeres con menos personalidad les cuesta rechazar las invitaciones. Lo ideal es el "cabeceo", contacto visual que, si se mantiene, deriva en un primer gesto de invitación del hombre y en otro gesto de asentimiento de la mujer, después. Pero como no siempre es posible, muchas veces no hay más remedio que acercarse a la persona para invitarla de palabra con el clásico "¿Bailás?" o su variante "¿Querés bailar?". En algunos ambientes, es cada vez más frecuente que la mujer también saque a bailar aunque conviene tener en cuenta que en muchos lugares todavía puede ser contraproducente violar el código de "el hombre es el que saca".

6) ¿Qué política seguir al bailar?
Para el hombre: tratar de seguir la música, conectarse lo más posible con la compañera y usar el espacio disponible, sin chocar a los demás ni invadir zonas de influencia ajenas (hay un radio tácito de acción para cada pareja que es de entre 20 cm. y 1 m., según lo concurrida que esté la pista). Manejarse con una base de movimientos probados, como para ir conociendo el terreno que implica la compañera, para luego probar pasos más complejos.
Para la mujer: dejarse llevar, entregarse y disfrutar de ese abandono en el que es sorprendida a cada instante. Apreciar las diferencias entre abrazos, marcas y pasos que propone cada hombre. No desesperarse ante las dificultades para entender lo que marca el hombre. Esperar esas marcas, no tratar de adivinarlas producto de la ansiedad.
Para todos: tratar de sacar moralejas de cada experiencia de baile para corregir lo que no anduvo bien y potenciar lo que funcionó. Bailar para uno y para el compañero/a, no para los demás. La milonga no es un teatro, aunque por momentos se parezca mucho.

7) ¿Qué códigos cumplir para convivir armónicamente con el entorno?
Acompañar el sentido de circulación contrario a las agujas del reloj que siguen las parejas para no chocar ni ser chocado, respetar las zonas de mesas, los pasillos y la pista para no molestar al prójimo ("como no desearías que te molesten a ti", diría una hipotética "Biblia milonguera"). Pedir disculpas ante un choque del que uno es total o parcialmente responsable.

8) ¿Cómo aumentar las posibilidades de ser aceptado al invitar a bailar o de ser invitado a bailar?
En el caso de la dama, estar atenta a las búsquedas masculinas y mostrarse dispuesta. En el caso del caballero, buscar dentro del radio de su mirada y más allá también. O sea, circular por los pasillos y no desanimarse ante los primeros rechazos o dificultades. En ambos casos, bailar es siempre positivo, aunque no sea de la mejor manera, porque se entra en un círculo virtuoso; primero, porque muestra que baila y, segundo, porque al practicar gana seguridad y aprende.

9) ¿Alcohol sí o no?
En general, es desaconsejable porque quita precisión en los movimientos. No sólo por economía es que el agua mineral es la bebida más consumida en las milongas. La desinhibición que solemos buscar en el alcohol puede llegar también a través de otras vías, como la misma sensualidad del baile y sin las contraindicaciones como la resaca, la pérdida parcial de conciencia, los exabruptos o la ciclotimia.

10) ¿Puedo disfrutar si no sé bailar o no me gusta bailar?
¡Definitivamente sí! Para empezar, en algunas milongas suele haber un porcentaje de gente en la misma situación como para compartir vivencias o impresiones. Pero además, en todos los sectores de una milonga suele haber buena disposición al diálogo, siempre se puede tomar o comer algo a precios relativamente económicos y la música que se escucha fue previamente seleccionada. De manera que si a uno le gusta el tango -o al menos no le desagrada- es muy probable que disfrute de lo que escucha. Es verdad que bailar bien resulta el atributo más seductor pero, como en cualquier otro ámbito, la "labia" también puede pagar buenos dividendos. Por último, el observador agudo (ese sociólogo amateur que muchos llevamos dentro) podrá tomar nota de situaciones curiosas, cómicas, enigmáticas, todas simbólicas, que se dan en derredor.

 
Consejos: Carlos Bevilacqua
 
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Sebastian LinardiExtras
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