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3 poemas de Evaristo Carriego, el poeta con alma de suburbio admirado por Borges y que inspiró a grandes plumas del tango

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3 poemas de Evaristo Carriego, el poeta con alma de suburbio admirado por Borges y que inspiró a grandes plumas del tango

Vivió menos de 30 años pero su obra dejó una huella profunda en la lírica del tango.

Nació en Entre Ríos en 1883, luego se crió en el barrio porteño de Palermo y vivió tan solo 29 años.

Admirado por Borges -quien decía que luego de escucharlo recitar dimensionó la sustancia de la poesía- el influjo de Evaristo Carriego resonó con firmeza en la obra de poetas como Manzi, Cadícamo o Castillo.

“Carriego fue quien descubrió las posibilidades líricas del arrabal”, menciona Luis Alposta sobre el autor de Misas herejes (1908) y el libro póstumo La canción del barrio (1913), materiales que reúnen la obra poética del escritor.

“Yo siempre había creído que la poesía era un medio de comunicación, era una serie de signos, pero no sabía que la poesía puede ser también una magia, una música, una pasión hasta una noche en que Carriego en casa recitó un largo poema del cual no entendí una palabra. Recitó ‘El misionero’ de Almafuerte, y entonces yo sentí, acaso por primera vez en mi vida, la poesía”, escribió Borges en el libro que le dedica al poeta.

«Prefiero las rosas, prefiero tu risa», escribía Carriego.

Evaristo Carriego.

Tres poemas de Carriego

De la selección realizada por Beatriz Sarlo para el Centro Editor de América Latina.

Tu secreto

¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,
un poco de tu alma de muchacha enferma:
un libro vedado, de tiernas memorias.

Íntimas memorias. Yo lo abrí, al descuido
y supe, sonriendo, tu pena más honda,
el dulce secreto que no diré a nadie
a nadie interesa saber que me nombras.

… Ven, llévate el libro, distraída, llena
de luz y de ensueño. Romántica loca…
¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano
… ¡De todo te olvidas, cabeza de novia!

🎧 «De todo te olvidas» (Merico-Cadícamo) / por Troilo Floreal Ruiz

Después del olvido

Porque hoy has venido, lo mismo que antes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

¿Te acuerdas?… Recuerdo de noches lejanas,
aún guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía, no sé si a Graciela.

Y aquel abanico, que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano,
aquel abanico ¿Te acuerdas?, Trasunto
de aquel apacible, distante verano…

¡Y aquellas memorias que escribiste un día!
-un libro risueño de celos y quejas-
¡Rincón asoleado! ¡Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!…

Pero no hay los versos: ¡Qué quieres! ¡Te fuiste!
-¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!-
La nieve incesante del bárbaro hastío
¿No ves?, Ha quemado mis líricas alas.

…¿Para qué añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios…
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
que pone un rayito de sol en mis tedios.

Y porque al fin vuelves, después del olvido,
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
¡una pobre loca borracha de luna!

📺 «A Evaristo Carriego» (E. Rovira) / por la Orquesta de Osvaldo Pugliese (Teatro Colón)

El alma del suburbio

El gringo musicante ya desafina
en la suave habanera provocadora,
cuando se anuncia a voces, desde la esquina
“el boletín famoso de última hora”.

Entre la algarabía del conventillo,
esquivando empujones pasa ligero,
pues trae noticias, uno que otro chiquillo
divulgando las nuevas del pregonero.

En medio de la rueda de los marchantes,
el heraldo gangoso vende sus hojas…
donde sangran los sueltos espeluznantes
de las acostumbradas crónicas rojas.

Las comadres del barrio, juntas, comentan
y hacen filosofía sobre el destino
mientras los testarudos hombres intentan
defender al amante que fue asesino.

La cantina desborda de parroquianos,
y como las trucadas van empezarse,
la mugrienta baraja cruje en las manos
que dejaron las copas que han de jugarse.

Contestando las muchas insinuaciones
de los del grupo, el héroe del homicidio
de que fueron culpables las elecciones,
narra sus aventuras en el presidio.

En la calle, la buena gente derrocha
sus guarangos decires más lisonjeros,
porque al compás de un tango, que es “La Morocha”
lucen ágiles cortes dos orilleros.

La tísica de enfrente, que salió al ruido,
tiene toda la dulce melancolía
de aquel verso olvidado, pero querido,
que un payador galante le cantó un día.

La mujer del obrero, sucia y cansada,
remendando la ropa de su muchacho,
piensa, como otras veces, desconsolada,
que tal vez el marido vendrá borracho.

… Suenan las diez. No se oye ni un solo grito,
se apagaron las velas en las bohardillas,
y el barrio entero duerme como un bendito
sin negras opresiones de pesadillas.

Devuelven las oscuras calles desiertas
el taconeo tardo de las paseantes,
y dan la sinfonía de las alertas
en su ronda obligada los vigilantes.

Bohemios de rebeldes crías sarnosas,
ladran algunos perros sus serenatas,
que escuchan, tranquilas y desdeñosas,
desde su inaccesible balcón las gatas.

Soñoliento, con cara de taciturno
cruzando lentamente los arrabales,
allí va el gringo… ¡Pobre Chopin nocturno
de las costureritas sentimentales!

¡Allá va el gringo! ¡Como bestia paciente
que uncida a un viejo carro de la Harmonía
arrastrase en silencio, pesadamente,
el alma del suburbio, ruda y sombría!

📺 Carlos Gavito y Marcela Duran bailan «A Evaristo Carriego»
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Sitio de tango y noticias culturales. Desde 2003, el espacio referente del tango de estos tiempos.

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