Lázaro Cócaro: “El tango ha vuelto a tener esa mirada social y festiva que nos interpela”

El cantor uruguayo acaba de editar Fauna Tanguera, un disco “de mezcla de mundos, de animales con seis cuerdas, de voces de un tiempo y otro”.
26 marzo, 2025
Lázaro Cócaro

Por José Arenas
Desde Uruguay (especial para Fractura Expuesta)

La voz de un cantor sale del parlante. Bien plantada, segura. Lo acompañan las guitarras que una vez acompañaron a Gardel, a Zitarrosa o a Amalia de la Vega, de quien Zitarrosa afanó el formato, digamos todo. Tabacosa, varona, va desde un repertorio criollo hasta algunos tangos de principios del siglo XX, luego vuelve a grupa de un vals de Jaime Roos y Mauricio Rosencof, se queda aquí, entona una milonga, un gato. La voz vuela personal, con sello, como un ave inventada, como un pájaro mitológico y arrabalero. Se posa en el umbral de una ventana de edificio y la convierte en patio profundo.

Fauna tanguera es el nuevo disco de Lázaro Cócaro. Un trabajo donde el cantor ha ido desde el repertorio gardeliano hasta algunas “tangueces” de la tradición uruguaya. Desde Homero Expósito y Enrique Cadícamo hasta Fabricio Breventano o Jaime Roos. Su estampa remite a la de los cantores tradicionales de patio, de vereda. Su voz suena como en una serenata orillera pero, al mismo tiempo, cuida muy bien la impronta de sus interpretaciones. No hay una caída en el cantor amalevado y antiguo del grito pelado, hay una sensibilidad que permite un recorrido entre lo sentimental, lo pensativo o lo jocoso.

Esta fauna es un divague del tiempo. Se produce una sincronía donde convive el hoy con el ayer y los tangos más viejos parecen tan recientes como los tangos contemporáneos que, aunque escasos, toman tonos de leyenda y poética de tradición.

El disco trae puntos de verdadera inspiración, lugares donde la voz y las guitarras se juntan para crear una atmósfera melancólica y perfecta, recreativa de lo que significa cada tema. “Adiós a San Telmo” es una muestra del poder interpretativo en el que Cócaro baja decibeles y se entrega al ir de la milonga. También se lo ve transitando con seguridad tangos como “Capataz” de Fabricio Breventano, donde crea un vuelo verdaderamente reo para una letra que lo requiere. “Gajito de cedrón” y “Milonga madre” le permiten explorar las canciones criollas y moverse con fraseos gardelianos, a veces demasiado imitativos pero siempre personales.

Fauna Tanguera es un trabajo de mezcla de mundos, de animales con seis cuerdas, de voces de un tiempo y otro.

Los tangos, la música criolla, los temas nuevos, ¿así se forma una fauna tanguera?

Así es, es fabular justamente, con la idea de que todas las criaturas de estas geografías configuramos una galería de personajes pintorescos que se entrelazan, se influencian, atravesados por cien años de tango. Todo ese entramado social continúa siendo el recurso temático de nuestro tango.  Visto desde la actualidad, puede que el paisaje se haya modificado respecto a la época fermental del tango pero el “bicho” humano es el mismo; su naturaleza, su condición, su conducta, su existencia.

“El cantor se predispone de diferente manera al interpretar obras con acompañamiento de guitarras”

¿Por qué se elige el sonido de las guitarras?

Tengo cierta predilección por la guitarra. El Uruguay tiene una tradición guitarrística reconocida mundialmente y el lenguaje de la guitarra tango, que es un idioma en sí mismo, está en nuestra cotidianeidad. El tango en los boliches, milongas y chamarras en las ruedas de fogón, cancioneros en los campamentos, valsecitos criollos al pie de un balcón en las serenatas, candombes y murgas en el carnaval. En fin, así es como en esta tierra de cantores, vemos que alguien se planta, como al pie del cañón, con sus versos, casi siempre acompañado de alguna guitarra. El tango en Uruguay mayormente se quedó viviendo en los boliches, en los patios, lejos de la industria discográfica, cinematográfica y de las grandes orquestaciones.

¿La voz se predispone y proyecta distinto con guitarras que con otra formación?

Personalmente creo que sí, que el cantor se predispone de diferente manera al interpretar obras con acompañamiento de guitarras. Que condiciona un poco, no sólo la interpretación, sino que además uno advierte, si presta especial atención, que por ejemplo el tango “Las cuarenta” fue concebido pulsando una guitarra, y de la misma manera nota, que, sentado al piano, se compusieron obras como ”Los Mareados”, “A media luz” o “Cuartito azul”. Por otra parte, en una orquesta, está todo previamente escrito, hasta el más mínimo detalle, la melodía y las armonías se alternan entre los instrumentos. En cambio, suele ocurrir que en las guitarras las contestaciones, los diálogos, las esperas, ocurren más en tiempo real. El propio Carlos Gardel, que de esto sabe y mucho, tenía una fuerte predilección por “las escobas”.

¿Cómo se hace para elegir el repertorio?

El repertorio define al artista y puede ayudar a resaltar el estilo, sobre todo en cantores de propuesta, con voz propia. Con la elección del repertorio uno trata de armar diferentes climas y atmósferas. Allí, en la selección, es donde el cantor marca su impronta.

En el trabajo como cantor, ¿hay una progresión hacia temas nuevos o menos conocidos?

Absolutamente. Como en toda disciplina que nos es legada por grandes exponentes, uno no puede desconocer los mayores clásicos del tango de todas las épocas. Dicho esto, si se trata de un disco conceptual, como es el caso de Fauna Tanguera, el juego se abre además entre los clásicos del género y la frescura de las nuevas formas del tango.

Cócaro: “Cuando uno propone una nueva versión de un clásico integra, en la propia ejecución, una parte de sí”.

¿Cómo se aborda un clásico mega trillado y cómo uno que la gente conoce menos?

Generalmente un clásico suele ser una composición magistral e ineludible. Cuando uno elige un tango para su repertorio, indistintamente, si es un gran clásico o un tema a estrenar, lo que determina que esté incluido, es si ha conmovido o si remueve algo en el intérprete que lo pondrá sobre el escenario. Pasado ese primer filtro, el artista además contempla de qué manera irá desarrollándose la actuación, en una melange de temas que ya son conocidos por el auditorio y los de vanguardia. Cuando uno propone una nueva versión de un clásico integra, en la propia ejecución, una parte de sí, aportándole un nuevo sentir, que lo hace único e irrepetible.

¿Cuáles son los autores actuales que podrían llegar a ser elegidos en un futuro? ¿Por qué?

Seguramente sean aquellos autores que logren traducir las problemáticas actuales y la vorágine de los tiempos, tal como ocurría en el tango hasta la década del ‘40. También a aquellos autores que logren recuperar el espíritu festivo que supo lucir este género en patios y conventillos. Fauna Tanguera es un proyecto a desarrollarse en distintos tiempos y espacios de la escena musical del Río de la Plata. Apunta justamente a ir sumando, en ese camino, a los protagonistas del tango nuevo, donde irán sucediéndose los encuentros de los instrumentistas y de los poetas, y de quienes, aunque crean estar por fuera del tango, están atravesados de manera transversal por una historia común.

Como cantor, ¿hay un trabajo de investigación o los tangos y canciones llegan solos?

En mi caso, el tango ha estado desde siempre en mi vida. Entonces, la investigación se ha dado de manera natural; en la convivencia con las distintas generaciones de tangueros, en las tertulias de los boliches, en los programas de radio y en las fiestas familiares, donde la música siempre estuvo presente. Respecto a las nuevas canciones, este oficio de cantor de tangos de hoy me ha permitido vincularme con los nuevos compositores, algunos muy consagrados y otros completamente desconocidos por el gran público.

¿Qué canciones criollas o tangos de cualquier época aún están en el tintero?

A manera de ejemplo, por estos días, me encontré con un vals de Enrique Cadícamo, “Cortando camino”, muy criollo, de la época de los poetas costumbristas, que habla sobre los bueyes, el cansancio, lo brutal del trabajo de campo, atravesado por una historia de desdichado amor. Ahora bien, claramente Cadícamo no se refería solamente al paisaje sino que en la descripción hay una referencia con profundas metáforas sobre la existencia del hombre, el cansancio de su propio destino, reflejados en las babas del “buey que tira picaniau’ y triste y va rumiando el peso de su vida esclava”, que trasciende cualquier época.

¿Qué cosas le gustan del panorama tanguero actual en el Río de la Plata?

Me gusta que el tango ha vuelto a tener esa mirada social y festiva que nos interpela, algo que había perdido desde entrados los años ’70, en donde se repetía, hasta el hartazgo, la historia trágica de la “francesita” que esperaba en el cabaret al “billetón”. Me gusta mucho ver cómo ha recobrado el sentido crítico de la sociedad de la que forma parte, revelando lo más profundo y removedor, y poniéndonos de frente a los desafíos de la actualidad. Me gusta ver cómo, aquellos que llegaron al tango a través del baile en las milongas, hoy se sumergen en abordajes más amplios, para conocer la visión de los poetas, los músicos y cantores del género. Me gusta ver cómo jóvenes de todas las latitudes llegan al Río de la Plata atraídos, no sólo por la música de Piazzolla, sino que también indagan en la poética de Ferrer y de tantos otros. Me gusta también ver como en cualquier parte del globo uno se puede encontrar con excelentes instrumentistas haciendo tango.

Lázaro Cócaro se presentará en Buenos Aires el sábado 19 de abril, a las 21, en el CAFF y el domingo 20, a las 19, en La Casa del Tango (Rosario).

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