No fue sencillo reeditar aquellas juntadas del club GON o del Galpón de los Deseos, donde varias orquestas típicas compartían una fecha de actuación en una excitante fiesta para el oído. Pero una vez más, la Unión de Orquestas Típicas y Fractura Expuesta lo hicieron posible, ya en el marco de un encuentro más vasto y que promete instalarse en la agenda tanguera de Buenos Aires: el Festival de Tango Independiente.

Como cierre de ocho intensos días de conciertos, charlas y bailes populares, tres sólidas agrupaciones instrumentales con cantantes entregaron una buena muestra de lo que son capaces de producir desde una mentalidad autogestiva, ajena a las condiciones de las grandes compañías discográficas y con un ojo crítico hacia el conservadurismo.

Esta vez no hubo palabras de presentación. La música empezó a hablar por sí misma, el domingo último, ya pasada la medianoche, cuando el bandoneonísta Pablo Bernaba contó hasta tres para que sus compañeros del Quinteto Negro La Boca empezaran a despacharse con un set de piezas bien bailables.

El estilo de la flamante agrupación resultó ideal para la circunstancia -el concierto se desarrolló en La Viruta, la milonga más concurrida del país-. Con una formación de dos bandoneones, piano, contrabajo y guitarra, el quinteto dio a conocer temas instrumentales propios -como “Tango para Guevara”, dedicado al Che- pero además supo entregar contundentes versiones de clásicos como “Percal”, “Gallo ciego”, “Nieblas del Riachuelo” y “Desencuentro”. Estos dos últimos con la siempre atinada participación del cantor Hernán “Cucuza” Castiello, improvisado reemplazante de un Alejandro Guyot inhabilitado por enfermedad.

Un poco aludiendo a la identidad del grupo y otro poco a sus preferencias futboleras, Bernaba actuó con una vieja camiseta de Boca Juniors, estoico a pesar de la reciente derrota por 3 a 0 ante Tigre que todavía dolía en la piel de los xeneizes.

Tras una tanda de grabaciones de tango y rock and roll, la música en vivo volvió con un plato fuerte: la Orquesta Típica El Afronte. Gracias al poder de iniciativa que los lleva a tocar una vez por semana en una calle de San Telmo y a organizar dos milongas semanales en las que también tocan, los once integrantes de El Afronte consiguieron una química grupal difícil de encontrar en el medio tanguero. Articulado sobre mucha técnica interpretativa y el lápiz del violinista Gabriel Atum para los arreglos, ese conocimiento mutuo se percibió nítido en la milonga de Palermo Viejo.

La agrupación tiene además en Marco Bellini a un cantor de condiciones notables, capaz de administrar sabiamente el dramatismo en “Trasnochando”, “Tarde” o “Plaza Irlanda”, el oscuro tango de la orquesta con que abrieron el concierto. De las tres formaciones convocadas para el cierre, El Afronte fue la más audaz en cuanto a las formas musicales desplegadas.

Tras otra tanda tanguera-rockera mediante, llegó esa aceitada máquina del nuevo sonido ciudadano que es la Orquesta Típica La Vidú. Bajo la batuta del pelilargo violinista Gabriel Bartolomei, la formación nacida en Florencio Varela deleitó a una trasnochada multitud con prolijos abordajes de piezas históricas del género -“Boedo”, “Recuerdo”, “María”, entre otras) y aportes propios, tales como “La vieja” o el “Blues de la artillería” (tema de los Redonditos de Ricota) en clave tanguera, con el que cerraron, simbólicamente, la lista de temas seguros.

Claro que la buena respuesta del público los habilitó para un bis bien picante a través de una milonga. La Vidú presenta varias particularidades. Una de ellas es que cinco de sus trece miembros son mujeres. Otra, inédita en estos tiempos, es que tienen dos cantantes, uno de cada sexo. Por esas y otras razones difíciles de dilucidar a simple vista, transmiten un color diferente del tango, como rebosante de pasión en cada nota.